Voluntarios
cristianos, prontos misioneros, pacientes
oradores… de qué?
Pues de la curación que se nos ofrece por el Verbo
de Dios encarnado en María. Pues de la protección del único ser humano omnipotencia suplicante ante Dios porque lo engendró: María. Pues de ser por Ella hermanos de Jesús e hijos de Dios.
Somos lo poco que somos, la nada, más
infinitamente amados, no más privilegiados por saberlo, sólo mas humillados y misioneros. Esto no es sólo misterio , es
la pura realidad de nuestra subsistencia en este valle de lágrimas: sin los indiferentes, los
ignorantes, los impíos, los tibios, los blasfemos… los que sufren de alma o
cuerpo no tendríamos para qué ser cristianos, no podríamos entender el amor
gratuito de la Redención, el inmerecimiento de la Salvación o la intervención
de Dios, María, Jesús y la Iglesia. El mundo se habría anegado otra vez. Somos adoradores de este real misterio.